Capítulo 4. La tragedia de Bosnia-Herzegovina.

El proceso de desintegración y el ascenso de un nacionalismo virulento tuvo su mejor ejemplo en Bosnia-Herzegovina. En esta república vivían casi tantos bosnios como serbios y croatas, al tiempo que el presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, planeaba consumar su proyecto de la ‘Gran Serbia’. Para 1992, la guerra ya se vislumbraba en el horizonte. Como preludio se señala el caso de Nikola Gardovic, el novio en una boda serbia de Sarajevo que fue asesinado durante la ceremonia por un desquiciado, cuando aquel hacia ondear la bandera del partido ultranacionalista serbio y pronunciaba frases de contenido político.[24]

Las hostilidades sobre el terreno comenzaron el 5 de abril de 1992. Ese día se convocó en Sarajevo una multitudinaria marcha a favor de la paz. Durante la manifestación, militares que a la distancia actuaban como ‘agentes del orden’ abrieron fuego contra la multitud y dieron muerte a Suada Dilberovic, una joven estudiante de medicina que terminaría su carrera al mes siguiente. La Unión Europea no tardó en reconocer la independencia de Bosnia-Herzegovina y los serbios abandonaron la asamblea parlamentaria. Los bosnios y los croatas de Bosnia estaban a favor de la independencia de su país; los serbios, no.

Por parte de los líderes de la antigua Yugoslavia de Tito, Bosnia-Herzegovina, gracias a su relieve montañoso, fue elegida para fabricar y almacenar material bélico y albergar el grueso del Ejército federal yugoslavo [el JNA]. Se suponía que en caso de una amenaza exterior a Yugoslavia, ésta se iba a defender desde territorio bosnio. De este modo, Bosnia-Herzegovina tenía prácticamente en cada pueblo una base militar y una fábrica de material bélico.[26] Tras la retirada de Croacia, los serbios en el JNA se instalaron a lo largo y ancho del territorio de Bosnia. El gobierno local, encabezado por musulmanes, ordenó el retiro inmediato de las tropas serbias tras la proclamación de independencia. Pero su petición fue ignorada por completo. En muchos casos las unidades del JNA solamente abandonaron las ciudades para desplazarse hasta la fortificación más cercana, dejando a las ciudades bosnias sitiadas desde el primer minuto de la guerra.[27]

Slobodan Milosevic estaba dispuesto a utilizar su fuerza militar para apoderarse de las regiones serbias de Bosnia. Algo parecido deseaban hacer los croatas en Herzegovina. Dado que los políticos de la ex Yugoslavia insistían en que no podían vivir juntos, la idea entonces era proceder a la partición del país de acuerdo a las divisiones étnicas. “Tanto los nacionalistas serbios como croatas querían, con distintos grados de franqueza, una distribución del territorio y la unificación de las partes respectivas con las ‘naciones madre’ de Serbia y Croacia. Ello solo se podía realizar a costa del grupo étnico más numeroso: los musulmanes bosnios”.[28] Éstos últimos estaban en contra de la fragmentación dado que tenían más que perder.

En Bosnia no existían territorios étnicamente puros, de modo que para Milosevic la solución consistía en emprender una despiadada ‘limpieza étnica’en contra de la población musulmana local, y de ser posible, la croata. El Ejército yugoslavo tendría misiones específicas para llegar a dominar poblaciones mediante control marcial; primero que nada, el JNA solía bombardear los pueblos y cortarles los suministros.

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El trabajo sucio contra los civiles estaría a cargo del JNA, pero sobre todo de facciones paramilitares serbobosnias, como los ‘Tigres de Arkan’. Este grupo estaba bien dotado de armamento, contaba con rifles AK-47, morteros y tanques proporcionados por el JNA. Se les identificaba por sus uniformes oscuros, gorros de lana color negro y botas militares; en ocasiones llevaban puestos guantes negros con los dedos recortados. Sobre Arkan, se trataba de un personaje conocido en los bajos fondos de Belgrado. Era dueño de una cadena de heladerías, una ‘tapadera’ según dicen, para sus actividades ilícitas de contrabando. También era el dirigente del club de hinchas del Estrella Roja de Belgrado, y fue entre esos hooligans de donde sacó a sus Tigres.[29]

Otros grupos serbios eran los ‘Halcones’, ‘las Águilas Blancas’, etcétera. «Estos nuevos ‘chetniks’, como orgullosamente hacían llamarse, seguían el ejemplo de sus antepasados -sobre todo los de Draza Mihajlovic en la Segunda Guerra Mundial- con sus uniformes, el odio ciego hacia la población bosnia a la que llamaban ‘turcos’, la limpieza étnica, el objetivo de la Gran Serbia, las largas barbas y la falta de higiene corporal característica de estas tropas paramilitares, que hicieron un renacimiento de este movimiento ultranacionalista serbio”.[30] De ellos se decía que estaban siempre borrachos y que reclutaban a otros ‘peleadores de fin de semana’, a los que se añadían criminales convictos puestos en libertad para engrosar sus filas.[31]

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El Ejército yugoslavo operó en conjunto con estos grupos en Bosnia-Herzegovina. Es probable que el móvil de esos personajes haya sido el botín tomado a los bosnios, aunque no hay duda de que entre ellos había nacionalistas fanáticos. Y es que la economía mafiosa encontró terreno fértil en el caos de la guerra. El saqueo y el robo eran una forma de pago para los milicianos de cada bando. Entre los mercenarios que participaron en la guerra se cuentan los fundamentalistas islámicos y ex combatientes de la guerra afgana que llegaron para batirse en la ‘Yihad’, claro está, del lado bosnio. Otros grupos eran la Unidad Garibaldi, compuesta por italianos que peleaban al lado de los croatas; rusos desempleados que se sumaron al bando serbio y, lo que resulta bastante llamativo, jóvenes neonazis que se enlistaron en las filas croatas, llegados principalmente de Francia y Alemania.

En las primeras etapas de la guerra, croatas y musulmanes colaboraron juntos en contra del enemigo serbio. Sin embargo, el acuerdo se rompió tras publicarse el plan de la ONU conocido como Vance-Owen, que proponía dividir el país en tres enclaves étnicos, uno para cada grupo. A partir de entonces, bosnios y bosniocroatas comenzaron a pelear entre sí por los territorios bajo su control, lo que provocó un mayor derramamiento de sangre y la agudización de la limpieza étnica. Se llegó a ironizar que las siglas del grupo paramilitar croata, HVO, significaban Hvala Vance~Owen (‘Gracias, Vance y Owen’).[32]

Por ese tiempo, el control musulmán en Bosnia consistía en una cuantos enclaves urbanos rodeados por fuerzas hostiles, un territorio que por su naturaleza fue descrito como ‘piel de leopardo’.[33] El área rural estaba repartida entre serbios y croatas, donde por lo demás hicieron efectiva la limpieza étnica en los lugares que llegaron a ocupar.

Los centros urbanos padecían un asedio constante. Las principales hostilidades se presentaron en Tuzla, Mostar y Sarajevo. En ésta última ciudad, la vida cotidiana transcurría en apego al conflicto visceral de los contendientes en pugna. Un ejemplo era el constante peligro que representaban los francotiradores.

Sarajevo se volvió una ciudad sitiada y sus actividades comunes desaparecieron. La capital de Bosnia es realzada por numerosos edificios de gran altura, los cuales en su mayoría fueron abandonados durante la guerra. Las instalaciones terminaron siendo tomadas por francotiradores que desde las ventanas disparaban a cualquier persona que pasara. Las carreteras estaban obstruidas con contenedores de mercancías, carros, buses y tranvías quemados, y bloques de cemento y piedra que no permitían cruzar la vía sin toparse dificultades. Las únicas maneras de atravesarla sin ser alcanzado por las balas eran esperar por los acorazados de las Naciones Unidas y caminar tras ellos usándolos como escudos, o cruzar las vías en automóvil a altísimas velocidades tratando de esquivar los obstáculos.[32] En este contexto es válido ejemplificar el padecimiento y la percepción de la guerra por los civiles con una cita orwelliana de 1984:

“Los habitantes de los territorios en disputa son, por el contrario, quienes poseen un concepto más acertado de la guerra; para ellos, la guerra es una calamidad infinita, cuyos flujos y reflujos castigan a sus cuerpos como las olas de una gigantesca marea. Quién de los beligerantes gane o pierda los tiene completamente sin cuidado. Saben bien que en cualquiera de los casos, no habrán hecho mas que cambiar de amo y que el nuevo los mantendrá bajo la misma férula despótica que el anterior”.[33]

~ por laguerradeyugoslavia en agosto 7, 2007.

2 respuestas to “Capítulo 4. La tragedia de Bosnia-Herzegovina.”

  1. Es una locura todo esto… ojalá Dios venga pronto y acabe de una vez por todas con este sistema.

  2. Muy buen material!

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